Si hay un dilema en todo este asunto de vivir entre notas de bajo perfil, libros de temas varios (nunca una disciplina; nunca, por ejemplo, ponerse a leer a Dostoyevski seriamente, o a Platón, de quien nunca he podido terminar un sólo diálogo), y pasarse el tiempo posteando más notas de bajo perfil y anunciando libros que no leo y leyendo diariamente mi correo electrónico como un enfebrecido, si hay un dilema, repito, quizá sea el que una buena tarde uno siente la necesidad de una gratificación mínima y silenciosa que atraviese la habitación y la refresque como una ventisca espontánea; aunque a lo mejor sería algo más parecido a un ventilador industrial, un ventarrón que remueva todos los libros y todas las cosas y me haga salir de la opacidad intelectual de todos los días. Afortunadamente, como he dicho, es sólo un momento, un rapto, como diría el poeta, y la ventisca o el ventarrón pueden no pasar por aquí y no moverme de la posición simiesca en que me hallo justo en estos momentos. La gratificación sobreviene cuando lo aceptas, cuando cándidamente te resignas a seguir el mismo camino, al menos durante un tiempo más, esperando que algo, de pronto, se ilumine en tu cerebro y aparezcan como bengalas las aspiraciones que de pronto, también, pierdes de vista, enrolado, como estás, en el tráfago diario y algo tonto de la rutina diaria. Hace rato coloqué una nota en The Art Of Fiction, una nota en la que Mario Vargas Llosa (a éste yo lo respeto) critica en buena medida la proliferación de lo que justamente llama novela light. Hasta donde recuerdo creo que hubo un tiempo en que el término de literatura light no resultaba tan sospechoso como hoy día. Si estoy mal háganmelo saber. Contraponía esas novelas de tono fresco y casual a las grandes novelas cuya carga histórica e idearia las hacían parecer grandes portaviones que no a cualquier puerto podían arribar. Sí, muchas metáforas. Y veía las novelas light casi como un relato malamente alargado donde, pese a ello, palpitaban los motivos que hacen a la literatura literatura. Repito, eso es lo que creía y seguramente estoy equivocado. Hoy no dudas. Literatura light es algo bastante definido. Cierto. Pero también existe un tipo de literatura que podría ser malamente llamada light tan sólo porque de pronto niega las cargas tradicionales que definen a la buena literatura y se afilia a un mundo fantasmal y átono. Yo tampoco entiendo lo que digo, eh. No hablo de experimentalismo, no hablo de vanguardia ni nada de eso, tampoco de postmodernismo, con eso no me meto. Hablo de una necesidad de tonos, tonos actuales. (Y parece que digo una pendejada. Bueno es mi blog, es mi pelota, joder; digo lo que quiero.) En serio que no digo pendejadas a propósito, juro que me esfuerzo. Bueno, esto de los tonos es para darme un balazo. No hay marco teórico, no hay nada. No hay citas. No me avala Carlos Fuentes (¿alguien leyó su último libro de relatos? Tengo curiosidad pero con tantos buenos cuentistas allá afuera no es posible que le vaya a regalar una tarde a este cabrón). No hay nada. Tan sólo una íntima convicción. Y si para Blake una íntima convicción podía ser la misma voz de Dios, pues para mí es la voz en off de un couch frívolo y distante que me exige mi mejor esfuerzo. ¡Uno Dos! ¡Uno Dos! ¡Uno Dos! ¡Dame dos más, cabrón de mierda, niño consentido! ¡Dos más! Y ahí me ven ejercitando los músculos del abdomen colgando de una barra como el mismo Batman. Joder. ¿Alguien recuerda ese poema de José Carlos Becerra? Decía algo así como “La señal la señal la señal. Y tu traje (o disfraz) esperando pacientemente en la silla mientras esperas rescatar a la mujer que tú dices debe ser rescatada” algo como eso. Ese poema me encanta. Regresando a los tonos. ¿Por qué esta necesidad de leer autores actuales y de dudosa calidad cuando Dostoyevski, Platón, San Agustín, Goethe, nos esperan con los brazos abiertos? Uno nunca termina de explicárselo. Mi respuesta personal es bien sencilla: porque de una u otra manera siento una necesidad de tonos que me atañan en tiempo y espacio. Porque con seguridad hay cosas que no entiendo ni me son coherentes, y la ficción de hoy, incluso la literatura light, me explican un poco y otorgan cierta coherencia a todas esa ondas que llegan a mi cerebro cada segundo. Muchos van a negar esto. Si en este mismo instante esta gran civilización nuestra se colapsa, por cantidad la literatura que sobreviva serán los libros del Código Da Vinci. No, bromeo. Lo que se espera es que sólo las grandes obras, las obras maestras, seguirían siendo legibles para los hombres del futuro y no la literatura light de hoy. Eso es cierto, tal y como ha sucedido (Aunque a más de un profesor chistoso le escuché eso de que Eurípides había sobrevivido porque era una especie de best seller). Sí, es cierto. Mi condena es la necesidad que tengo de tonos frescos y cercanos, aún cuando estos tonos sean literatura pasada por agua. Muchas veces eso me ha valido ser tachado de frívolo. Pero no es así. De verdad deseo progresar como persona, deseo ser mejor en todos los aspectos y tanto las grandes obras como las menores me han dejado algo muy valioso. En serio. Por supuesto la clasificación es trabajo de críticos profesionales. La mía es la postura del diletante, qué joder, la del lector pasivo y acojonado.
PD. Hablando de críticos profesionales. Ayer leí una reseña de Christopher Domínguez Michael en ese libro que compré en el metro (sí, ahí es donde se vende la crítica hoy día, junto a manuales de jardinería) sobre José Agustín y Gustavo Sainz. Déjenme cito un poco: “Muy grande debe ser la soledad de Gustavo Sainz (1940) para enjaretarle al hipócrita lector 787 páginas del egocentrismo más impúdico y descarado que se haya visto en la literatura mexicana. Ni Carlos Fuentes bajo la lluvia con Shirley McClaine en Sheridan Square.”
posted by Unknown @ 6:31 PM,
6 Comments:
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At 6:40 PM,
said...
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supongo que sabes sobre escritura... bien pudiste separar párrafos de siete renglones... así se debe hacer... o bueno, para no hacerlo tedioso.
Posted by AMY
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At 6:47 PM,
said...
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Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
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At 6:50 PM,
said...
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Esa es una buena idea, si me animo a lo mejor lo edito, aunque no creo. Saludos. .
Posted by Mauricio
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At 11:43 PM,
said...
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Bue, primero no entendi básicamente lo que posteaste, lo segundo entro a comentar y olvido que era porque lei que "This post has been removed by a blog administrator" lo que me hace pensar que si te ofendo, me voy a la yumba... y lo tercero, un buen libro? lee al Dalai Lama, cualquiera es bueno.
Posted by [x]CHRIS[x]
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At 2:31 AM,
said...
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Por primera vez en meses de bloggero te está lloviendo la critica, Mauriki Maurikeikos, lo malo de ser una figura publica. Son las cuatro de la mañana y he entrado en esa transe en el que puedo visualisar cualquier cosa, como por ejemplo: Shirley y Fuentes bailando un guaguancó. No te sientas mal, vas por buena camino si la estulticia te persigue. No te deprimas, ayer tu equipo vencio a las feroces feministas suecas
Posted by Despartaco
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At 7:36 AM,
said...
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Chris, en absoluto: puedes decir lo que se te de la gana. El comentario removido es uno mío y cortado, por eso lo quité.Lo del Dalai Lama, ya lo veré si es que un día el libro cae a mis manos. Sí, es bastante disperso lo que se dice en este post.
Daniel, precisamente lo que uno desea son más y mejores ocmentarios y no que me digan "Qué chido" "Chau" y esas cosas. Tampoco es que que me depriman. Es como arrepentirse de la postura que uno elige cuando escribe algo. Y si a estas alturas no me deprime llevar la vida que llevo, pues no creo que lo hagan los comentarios.
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Posted by Mauricio
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